miércoles, 20 de mayo de 2015

Homeless con Pop-Tarts y un Jugo de Naranja




Pues llegué a Sídney y me quedé unos días en las residencias de la escuela. Hice esto porque asumí que una persona con la que había hablado desde México me podía dar hospedaje. Es curioso porque sólo lo asumí y nunca le pregunté. Le pregunte estando en las residencias que sólo había pagado para un corto periodo de tiempo y me dijo que justo se estaba mudando entonces por mientras estaba en la casa de su mamá y yo no cabía. OOPPPSS.  Entonces me dije a mi misma, equis me quedo en las residencias por un mes más o algo así en lo que busco dónde quedarme. Se nota que aprendo rápido porque tampoco lo discutí con las personas de la residencia hasta mi último día cuando dije, ¡ah! Por cierto, quisiera pagar para quedarme aquí más tiempo. Y me dice la chava, sorry pero no. Estaban llenos hasta los próximos 4 meses y tenía que desalojar mi cuarto YA y mis dos maletas  en las que empaqué para un año, y sus respectivas 4 estaciones, en el extranjero. Debo poner de contexto que era el día de inscripciones en la escuela y era invierno y oscurecía a las 5 de la tarde. La renta en Sídney es cara, como 250-300 dlls a la semana en promedio y quedarse en un hotel cuesta eso al día. Debo mencionar que esta aventura es patrocinada por mí misma, y mí misma es muy coda en cuestiones de renta porque mi ingreso nunca fue dedicado a esa necesidad. 

Volviendo al punto, pedí dejar mis maletas en un cuartito que servía como almacén en las residencias y tuve que llevar conmigo a todas partes lo que había dejado en mi refrí y alacena: unos Pop-Tarts y un litro de jugo de naranja. Cuando llegué a Australia me traumé por los precios así que traté de sobrevivir con Pop-Tarts, no tanto por ser baratos pero porque fue lo más familiar que encontré en Coles. Coles es el Soriana australiano sin venta de alcohol. Paréntesis cultural, en Australia sólo puedes comprar alcohol en licorerías, no en súper mercados, seven elevens ni oxxos. BTW, sí hay seven elevens pero no oxxos. Bueno, volviendo a mi falta de techo para dormir esa noche.

Me acababan de decir que no tenía cama dónde dormir ese día pero no me podía poner a buscar algún lugar porque me tenía que inscribir. Bueno, era mi primer semestre inscribiéndome en una universidad a la que nunca había ido antes, en mi segundo idioma, y usando una metodología de inscripción que nunca había usado antes. El caso es que en toda mi maestría sólo tengo DOS materias que son obligatorias. No podía inscribir ninguna de las dos y entré en crisis. Los que estaban para ayudar en las inscripciones no sabían ni que pedo y fue al departamento académico de mi maestría para que me explicarán que onda. Después de mucho show, resulta que es normal y esas materias sólo se abren una vez al año así que no me debía preocupar porque se iban a abrir el semestre siguiente y no tenía que estar recreando una telenovela en el departamento de Artes. 

Para esto, conocí a un compa en México, casual por dos horas. Cuando estaba haciendo la inscripción mientras me consumía la vagabundez y el estrés de potencialmente no recibir mi educación alguien me toca el hombro y me dice: ¿Hablas español?

Bueno, si me conocen se imaginarán el grito de felicidad por ver una cara familiar que habla español. Digo no es como si fuera Tom Hanks en El Náufrago y llevaba años sin hablar mi lengua materna pero desahogarme en español fue como comer pizza de peperoni después de semana santa. Bueno grité tanto que creo que ensordecí a unos cuantos alumnos internacionales.

El caso es que Roger, mi compa, me acompañó por un tiempo en lo que arreglábamos unos trámites. Claro que se burló de mi jugo de naranja y creo que aceptó unos Pop-Tarts pero no recuerdo. Tuve un momento incomodo en el que íbamos pasando por un evento en el que estaban dando de tomar jugo de naranja y había una mesa con litros de jugo de naranja, así que parecía que me había robado el dichoso jugo. Aquí les dejo fotos de mi jugo y de la mesa. Lo bueno que las marcas eran diferentes pero igual se veía…rarito. 



 
Entonces empecé a marcar a casas anunciadas en la página de la escuela y fui a visitar algunas, ya era de noche y no tenía dónde dormir. Al final terminé negociando con una mujer que me dejara quedarme en su casa por un mes en lo que buscaba donde vivir más tranquilamente. Cuando me dijo que sí me sentí taaaan feliz hasta que llegó el momento de dejarle un bono. No tenía dólares australianos porque no me sabía el pin de mi tarjeta de crédito porque nunca lo usé en México y todavía no me depositaban lo de la beca. En fin saqué mis dólares estadounidenses que la amable mujer nunca había visto y la convencí de que esos papelitos de verdad tenían valor. Al final me dejo usar dólares estadounidenses por unos días en los que podía sacar dinero del cajero. Después de cómo una semana intercambiamos dólares y todo estuvo bien en el mundo. La neta amo a esa señora pero ni me acuerdo como se llamaba, creo que era Linda. La verdad Linda (espero que sí sea su nombre) me salvó cuando estaba desamparada y si se llamara Anastasia nombraría a mi primer hija en su honor. Pero bueno, esa fue mi experiencia en mis primeros días en Australia y como si quieres quedarte en algún lugar es bueno primero preguntarles a las personas encargadas de dicho lugar.  Claro que es una lección bastante obvia, pero también es obvio no meter un tenedor al horno de microondas y hay personas que hacen eso.

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